17/3/08

Los ensayos de la Yourcenar

Retrato de Marguerite Yourcenar de la autoría de José Chalarca

No me gusta mucho la traducción del título; A beneficio de inventario, creo que Sous benefice d'inventaire se dice mejor en castellano Con beneficio de inventario y responde a la intención de la autora cuando publicó con este título los siete ensayos que conforman el libro. 
El primer ensayo se titula “Las caras de la historia en la Historia Augusta” y fue escrito en 1958. Este ensayo se refiere a La Historia Augusta, libro donde seis historiógrafos reunieron uno tras otro veintiocho retratos de emperadores, sin contar los de algunos pretendientes al trono y de unos cuantos Césares (título que aquí significa presunto heredero) que murieron muy jóvenes, y ofrece en estos trescientos cincuenta años un período de vida de algo menos de dos siglos. 
Yourcenar estudia aquí a espacio y a profundidad no sólo el contenido del libro desde el punto de vista puramente histórico, sino desde su valor literario y filosófico. Confronta los hechos a que alude y critica la validez de los personajes y la veracidad de sus acciones; corrige yerros y aclara situaciones. 
Para Yourcenar la Historia Augusta no alcanza en ningún momento la altura de otras obras de su género que se ocupan de la misma coyuntura histórica y el mayor defecto de su constante insulsez consiste en que los biógrafos de la Historia Augusta “nunca nos revelan al hombre en su profundidad o en su cumbre, lo cual es grave cuando el hombre de quien se trata tuvo esa profundidad o alcanzó esa cumbre; y lo que es más grave aún: No nos percatamos de esa carencia a no ser que otros documentos de la época nos informen que el hombre así simplificado, reducido o aumentado, era grande”. 
El segundo ensayo se titula “Los trágicos de Agrippa d'Aubigne”, fue escrito en 1960 y se refiere al gran poeta renacentista francés, nacido en 1552 y muerto en Ginebra en 1630, Agrippa D'Aubigne quien cumplió su periplo en una Europa convulsionada por la reforma protestante y no conoció el exilio ni como soldado valeroso que fue, ni como el autor del poema épico Los trágicos. A propósito del poema de D’Aubigne Marguerite Yourcenar escribe: 
“Ocurre con Los trágicos como con esos monumentos para cuya construcción se reunieron los más ricos materiales, llevándose al pie de obra sin que el edificio soñado llegara nunca a construirse de manera definitiva, materiales que después, abandonados, a disposición de cualquiera y casi inagotables, sirvieron de canteras a las generaciones siguientes” . 
“Yo tengo un castillo”, compuesto entre 1956 y 1961, es el tercer ensayo del libro; en él Yourcenar, relata la historia del Castillo de Chenonceaux del que dice que “una viuda dirigió la construcción; otra lo impregnó de una leyenda; esa joya de piedra suscitó agrios celos de viudas”. 
Para titular el cuarto ensayo de su libro Yourcenar echa mano de una frase consignada por Víctor Hugo en alguna parte de su extensa obra: “El cerebro negro de Piranesi...”, y está dedicada a estudiar la obra del ilustre grabador veneciano Giovanni Batista Piranesi nacido en 1720. 
Piranesi adquirió los fundamentos de su arte en el seno de la familia. Su padre era cantero y su tío Mateo Lucchesi, ingeniero y arquitecto. En Roma estudió las técnicas del grabado con Giusepe Vasi y, más tarde, parece que frecuentó el taller de Tiziano. 
La obra central de Piranesi la constituyen la serie de grabados que realizó sobre las ruinas de la Roma clásica que aún quedaban en pie para la época de su llegada y que, en ese momento padecían el asedio de la arquitectura barroca, o habían logrado escapar a las arremetidas de los arquitectos del Renacimiento. 
A propósito de la suerte de la obra de Piranesi, M. Yourcenar escribe con el acierto que campea a lo largo de sus escritos: 
“Como la mayoría de las glorias artísticas, la de Piranesi fue intermitente y fragmentaria, en el sentido de que afectó sucesivamente a las diversas partes de su obra. Las vistas y las antigüedades de Roma fuera de Italia en donde, al principio, encontraron menos entusiasmo, puede decirse que reflejaron, para siempre, cierto aspecto de Roma en un momento determinado de su historia”. 
Luego de Piranesi Yourcenar se ocupa de —Selma Lagerlöf, la extraordinaria escritora sueca a quien califica de narradora épica. 
Lagerlöf tiene un lugar especial en mi corazón. Muy al comienzo de mi travesía por los libros cayó frente a mis ojos Viaje de Nils Holgerson a través de Suecia que me ganó desde sus primeras páginas. La aventura fabulosa de Nils, que recorre, mejor que sobrevuela la geografía del país nórdico a horcajadas sobre un pato, fue uno de los primeros banquetes que se dio mi imaginación y, muy seguramente, se constituyó en uno de los incentivos más eficaces de mi vocación. Yourcenar escribe: 
“En esa novela didáctica que es El maravilloso viaje de Nils Holgersson, los animales enseñan al niño la prudencia, la tenacidad y el valor. Nils se vuelve compasivo al devolverle sus crías a la ardilla enjaulada; sabe algo de la resignación del perro viejo que sólo espera ya de su amo el tiro que acabará con su vida; de la vieja vaca lechera, que terminará en el mostrador del carnicero tras haber muerto la anciana granjera que le confiaba sus cuitas mientras la ordeñaba, apoyada en su costado. 
Constantinos Cavafis, el poeta alejandrino, que escribió en griego una de las poesías más hermosas del siglo XX, tiene también su lugar en este libro de ensayos de Yourcenar. Ella, que tradujo su obra poética al francés, se adentró por los vericuetos de su existencia para encontrar las fuentes e indagar los motivos que sustentaron sus poemas; las relaciones con la Grecia de Mosco; o la más reciente que retrata Kazantzakis en su obra novelística. 
Dice M. Yourcenar: 
“La biografía externa de Constantinos Cavafis puede escribirse en unas cuantas líneas, sus versos nos informan mejor de lo que fue aquella existencia que se circunscribía, en apariencia, a la rutina de oficinas y cafés, de calles y tabernas equivocadas, limitada en el espacio al trazado mil veces repetido de una misma ciudad, y extraordinariamente libre, por el contrario, en lo referente al tiempo”. 
 Del ensayo de M. Yourcenar se desprende una imagen de Cavafis, íntegra, verosímil, cordial que se opone con fuerza a los retratos amañados, a las visiones parcializadas que muestran sólo lo que pudiera ser piedra de escándalo sin contar para nada con la extraordinaria personalidad poética fuertemente entrelazada con los movimientos corrientes del hombre cotidiano. 
El libro se cierra con un ensayo escrito entre 1955 y 1956 con el título de “Humanismo y hermetismo en Thomas Mann”. En él la Yourcenar nos transmite la impresión que le merece la obra del gran escritor alemán. 
De la obra total del autor de La montaña mágica Yourcenar escribió: 
“La obra de Thomas Mann puede clasificarse dentro de la categoría muy poco corriente del clásico moderno, es decir, de la obra aún reciente pero no indiscutible sino, por el contrario, releída, rejuzgada, examinada en todas sus facetas y a todos sus niveles, digna de servir a la vez de piedra de toque y de alimento”. 
Este libro de Marguerite Yourcenar, además de mostramos su valiosísimo juicio, su visión abarcadora de hombres, épocas y obras, nos brinda la oportunidad de examinar nuestra posición sobre los nombres y las obras propuestas, de revaluar nuestro juicio, de enriquecer nuestra posición y de alimentar nuestro espíritu con un manjar de exquisitez incomparable 

Marguerite Yourcenar. A beneficio de inventario. Trad. de Emma Calatayud. Editorial Alfaguara, Madrid 1988, 272 Págs. Domingo 30 de abril de 1989