17/3/08

Paul Bowles, un siglo de protagonismo en la cultura del mundo

Capote, Jane y Paul Bowles

Por  José Chalarca
El 30 de diciembre de 2010 se cumplen 100 años del nacimiento de Paul Bowles, el escritor y músico norteamericano que proyectó su figura y su obra, esta de calidad incuestionable, en los más destacados escenarios de la cultura mundial.
El y su esposa Jane, también escritora, abrieron las puertas de los hogares que levantaron en distintas capitales del mundo, sobre todo el de su casa de Tanger en el hechizante Marruecos, a las figuras más representativas del arte en el decurso del recién pasado Siglo XX.
He tenido la inmensa fortuna de leer casi toda la obra de Bowles traducida al español y de escuchar algunas de sus producciones musicales y por ello, en homenaje a su memoria, quiero compartir con todos los que visitan este sito en el espacio virtual, mis impresiones sobre tres de sus extraordinarias producciones literarias.

LA VIDA COMO UN VIAJE

Más que una autobiografía, Memorias de un Nómada, de Paul Bowles, es un magnífico registro de sus incontables viajes que lo llevaron a los lugares más remotos del planeta.
Las primeras páginas están dedicadas a evocar los días de su infancia, la figura de sus padres, de sus abuelos y de las personas más cercanas y familiares.
Nos da cuenta de sus entretenciones y de sus fantasías infantiles, de su experiencia como colegial: "El colegio no era bueno. Tardé un día en descubrir que el mundo de los niños era un mundo en guerra permanente. Acepté las palizas del grupo como parte del sistema, y lanzaba furtivamente ataques punitivos contra los solitarios que se separaban de la manada. Esto me granjeaba el odio personal permanente de la víctima, ya que previamente afilaba las piedras para hacerles sangrar. Era lícito que un chico participara en una ataque colectivo contra mí, pero al parecer era imperdonable que yo les tendiera una emboscada por detrás".
Bowles es músico de vocación  y de profesión, primero y antes que escritor; en sus memorias nos relata con entusiasmo  lo que podemos considerar como su nacimiento al universo del sonido: "Estando una tarde en mi habitación oí música abajo. Habían comprado un fonógrafo y estaban escuchando la cuarta de Tchaikowski. Es la primera vez que recuerdo haber oído música de cualquier tipo. Al principio no me dejaban tocar los discos ni el aparato, pero a los pocos meses, lo usaba yo mucho más que ellos. Pronto empecé a comprarme discos. El primero fue A the Jazz Band Hall, interpretado por la original Dixieland Jazz Band. Cuando papá lo oyó, regañó a mi madre."
La relación con los padres nunca fue buena, sobre todo con su papá que era odontólogo de profesión. Su abuela materna le relató un día el episodio en que quiso deshacerse de él.
"Lo hizo cuando solo tenías una semana. Llegó a casa una noche espantosa; el viento rugía, nevaba, una auténtica ventisca, y fue directamente a tu habitación, abrió de par en par la ventana, se acercó a la cuna y te arrancó bruscamente del calor de las mantas, te desnudó y te llevó a la ventana. Y allí te dejó ese demonio en un cesto de mimbre en el alfeizar, para que la nieve te cayera encima. Y si yo no te hubiera oído llorar al poco rato, habrías muerto en menos de una hora. Le dije: sé lo que quieres pero no lo conseguirás. Para hacer daño a ese niño tendrás que pasar por encima de mi cadáver."   
Antes de cumplir los veinte años y cuando apenas cursaba el primer año de estudios universitarios, se va a París. El primer contacto musical en la capital francesa lo hace con nadie menos que con Sergei Prokofiev. Vagabundea por París y sus alrededores y al término de poco tiempo, regresa a Nueva York donde sus padres lo reciben con alborozo.
De regreso a Nueva York y a pesar de su juventud, conoce al compositor Aaron Copland quien se convierte en su mentor; se inicia de inmediato una gran amistad  que permanece invariable a lo largo de los años. En sus estudios musicales lo dirigieron, además de Copland, Nadia Boulanger y Robert Sessions.
En su segundo viaje a París y de paso para Berlín donde permanecerá por una temporada con Aarón Copland, llega, como destino obligado, al número 27 de la Rue des Fleures a buscar a Gertrude Stein, la gran mecenas norteamericana por cuya casa pasaron las figuras más destacadas del arte universal que llegaban a la capital de Francia. También conoció en esa oportunidad y entabló amistad profunda con él, a Jean Cocteau.
En sus años de París conoció a lo más granado de la intelectualidad norteamericana en el exilio y europea: Ezra Pound, Scott Fitzgerald, Djuna Barnes y en Berlín visitó los sitios que frecuentaban Christopher Isherwood y el poeta Auden, fue también gran amigo del cineasta italiano Luchino Visconti.
Ya instalado en Berlín conoce, entre otros, al escritor Christopher Isherwood. De regreso a los Estados Unidos en compañía de Copland se encuentra por primera vez con el norte de África, concretamente con la ciudad de Tanger, que será definitiva en su vida.
El lugar del mundo en el que más tiempo permanece es la ciudad de Tanger y por eso en ella se escenifican gran número de sus cuentos y relatos. Bowles, además de músico y escritor, es también traductor del árabe y del español, idiomas que conoce a la perfección.
En el año de 1930, en el curso de uno de sus muchos viajes, toca en territorio colombiano. El primer contacto es con Barranquilla. Leamos lo que escribe al respecto:
"En Barranquilla, me instalé en un hotel. La violencia meteorológica era grandiosa; el sonido de la lluvia cayendo sobre la vegetación dominaba la vida de aquel mundo. A medio día la tormenta se acercaba más y el aire se cargaba de un olor a invernadero y a fruta fresca. La luz del cielo se volvía entonces ambarina y las calles quedaban desiertas. Y la lluvia llegaba con un estruendo súbito. En el hotel era imposible no oírla; todas las habitaciones daban a  patios descubiertos llenos de plantas de hojas resonantes.
"Investigué la posibilidad de conseguir billete para Bogotá y renuncié a la idea cuando me dijeron que tardaría nueve días solo en llegar al pueblo donde se tomaba el tren para la capital, en un barco fluvial que remontaba el río Magdalena."
Se enferma del estómago y para reponerse, viaja a la Sierra Nevada de Santa Marta, a la hacienda cafetera de la familia Flye. El paisaje que se le ofrece en el camino le hace exclamar: "En mi vida había visto árboles ni siquiera la mitad de grandes que  los que me rodeaban, ni semejantes cascadas, ni vegetación tan fantástica..." También, y en esa época, la imagen de la violencia: "...Del vagón trasero llegaron gritos y voces; luego apareció avanzando por el pasillo central del coche un hombre en cueros, al que seguían de cerca tres soldados con sables. El hombre desnudo corrió al extremo delantero y saltó; los soldados le siguieron, tan cerca como para intentar alcanzarlo con los sables."
Toda esta experiencia constituye el tema de uno de os cuentos de Bowles, publicado en un volumen con el título  "Un Episodio Distante".
Son muchos los personajes que desfilan por la vida de Bowles y que apenas aparecen mencionados en sus "memorias": Tennessee Williams, Truman Capote, William Burroughs, Allen Ginsberg, Peggy Guggenheim, Leonard Bernstein. Sin embargo no hace de ellos la más mínima semblanza, ni referencia particular a sus comportamientos o sus conductas; tampoco habla de la influencia que ejercieron en su arte o la huella que dejaron en su alma y en su corazón.
Esto ni siquiera ocurre con su esposa Jane Auer, con quien se casó en 1938, compañera de muchos viajes, escritora también. Con ella mantuvo una relación que, por lo que dejan ver las pocas alusiones consignadas en sus memorias  y las que se perciben en sus cuentos, fue más de camaradería y extraña complicidad, que marital en el sentido estricto de la palabra.               
Bowles se mantiene siempre apartado; despliega una habilidad singular para establecer y mantener las distancias entre él y las gentes que pasan por su vida. Tampoco da nada de sí; es absolutamente cicatero con sus emociones, con sus sentimientos, con sus pensamientos, con sus reflexiones. Creo que muy difícilmente se encuentra en la literatura autobiográfica una capacidad mayor para sacar la propia vida, colocarla en frente y ocuparse de ella como de un objeto enteramente distinto, como otra cosa que no provoca ningún sentimiento, que solo se describe sin tomar partido en pro o en contra de ella.
El mismo fenómeno ocurre con los otros. Bowles apenas nos dice lo que hacen, en qué actividad consumen sus vidas, sin emitir el más insignificante juicio de valor sobre ellos o sobre sus acciones. Las memorias valen pues por su naturaleza de testimonio colosal desprejuiciado y objetivo sobre innumerables gentes y paisajes.
Memorias de un Nómada, magníficamente traducido al castellano, además de ilustrar sobre la vida personal del escritor Paul Bowles, contiene valiosas anotaciones y referencias que ayudan a formar una visión panorámica del mundo intelectual de los años corridos entre 1930 y, casi 1990.

Bowles Paul, "Memorias de un Nómada", Traducción de Augusto Pérez. Ed. Grijalbo. Colección El Espejo de Tinta. Barcelona, 1990, 405 págs.


"LA NOVELA DEL DESIERTO"
Identificar las razones, los móviles o los impulsos que ponen en movimiento la voluntad humana es una tarea difícil y a  la postre inútil. En cada movimiento, en la razón o en la génesis de cada acto volitivo, hay siempre una y muchas razones que pueden señalarse como responsables sin que ninguna lo sea en términos absolutos.
Quizá lo cierto de todo, en última instancia, es que no existen razones supremas que eluciden ninguna conducta y que cuando se trata del comportamiento humano todo es apenas explicable y que los motivos que han llevado a Paul Bowles a hacer de su vida un peregrinaje, un movimiento perpetuo aún en las estaciones de reposo, están ligadas a la esencia misma de su personalidad.
Bowles, como ya lo anotamos, es un músico metido a escritor desde sus treinta años, con unos resultados asombrosos y con un éxito y con unos aciertos que han ocultado, si no oscurecido, su obra de compositor.
El Cielo Protector es su primera novela. Escrita entre el mes de julio de 1947 y el mes de agosto de 1948, fue publicada, muy poco después de su aparición en idioma inglés en 1954, por la Editorial Sudamericana en magnífica traducción de Aurora Bernárdez.
La novela está dividida en tres partes o libros. El primero tiene como subtítulo Te en el Sahara y un epígrafe de Eduardo Mallea; el segundo está nombrado El Borde Filoso de la Tierra con epígrafe de Paul Valery y, el tercero se titula El Cielo y el epígrafe es de Franz Kafka.
El mismo Bowles manifestó a Daniel Rondeau, que en ella "describía un Sahara distinto del que atravesaba, el que había conocido en 1934-1935."
Y es toda una verdad. Porque en Bowles el paisaje, el entorno, las tierras, la arquitectura, las estancias no son el marco de referencia para la acción de unos personajes. No. Son ellos los protagonistas. No son los paisajes, los lugares, los que adquieren personalidad y relieve con el paso de las gentes, sino las gentes las que logran entidad al confrontarse con los lugares.
Los héroes de esta novela de Bowles son el matrimonio que conforman el señor Port y la señora Kit Moresby y un amigo de la pareja, más que de la pareja del señor Moresby, joven y extraordinariamente bien parecido, que viaja con ellos por invitación de Port.
Los tres llegan al África con la intención de vagabundear por el gran desierto del Sahara y olvidar en sus arenas ardientes las penalidades y los sufrimientos de la guerra.
Port y Kit han suspendido de tiempo atrás las relaciones maritales, no hacen, pues, vida de pareja por lo que sus existencias transcurren en simple camaradería. Tunner - que es como se llama el amigo de Port-, pretende una aventura amorosa con Kit pero ella se muestra renuente porque espera que su esposo en cualquier momento vuelva a ella.
Los tres inician al fin su viaje por el desierto, pero la circunstancia de que no caben sino dos en el asiento del carro y Kit se muere de la vergüenza de que Tunner vaya solo, Port viaja entonces en un viejo Mercedes Benz - propiedad de una dama viejona que posa de arqueóloga y fotógrafa-, quien realiza la travesía acompañada de su único hijo - joven afeminado de rostro desagradable -, quien es también su compañero de lecho.
Kit y Tunner van en el tren. En el curso del viaje y por la presencia de algunos nativos de apariencia y actitud amenazadoras, Kit cae en brazos de Tunner para escapar del miedo y, quizá, de la ya larga y forzada abstinencia.
"Volviendo la espalda a la lluvia, se aferró a la baranda de hierro y miró frente a frente el rostro humano más monstruoso que hubiera visto nunca. Era un hombre alto, vestido de harapos de lo que había sido ropa europea y un saco de arpillera sobre la cabeza a modo de heik. Pero donde debía encontrarse la nariz había un abismo oscuro y triangular y sus extraños labios chatos eran blancos. Sin motivo alguno pensó en el hocico de un león..."
"- Dios mío Kit! ¿dónde estuviste?
"- En el vagón de cuarta clase- Temblaba violentamente de modo que le era imposible lograr que su voz sonara tan indiferente como se lo había propuesto.
"- Pero ¡por favor! Entra-...Me iré a esperar al pasillo. Quiero que te quites la ropa y te pongas la salida...
"...Ella bajó las cortinas de las ventanillas que daban al exterior e hizo lo que ordenaba."
Luego de que Kit ha bebido una después de otras tres tazas de champagne, Tunner pide permiso para ingresar nuevamente al vagón. Se sienta junto a ella, la abraza y se dispone entonces a allanar la fortaleza largamente asediada:
"Kit ya no podía pensar y su cabeza estaba vacía de imágenes. Solo tenía conciencia de la suavidad de la bata de lana contra su piel y, luego, de la proximidad y el olor de un ser que no le asustaba. La lluvia caía contra los vidrios."
Los tres se encuentran en la ciudad de destino Boussif y la pareja de esposos continúa la travesía por el desierto en autobús. Tunner no los acompaña más.
En una fortaleza del camino y durante el curso de ese viaje que parece no llevar a ninguna parte, Port se enferma de tifoidea. Tunner se les reúne nuevamente y por su causa Kit, que había cuidado de su esposo con abnegación, deja solo a Port por el estrecho espacio de una noche de amor. Cuando regresa en la mañana, el esposo ha fallecido.
Tunner y Kit son los personajes que adquieren mayor relieve en esta novela de Bowles. De Tunner escribe el autor que "...era el tipo de persona a la que difícilmente se le ocurre que lo pueden utilizar. Como estaba acostumbrado a imponer su voluntad sin encontrar oposición, tenía una vanidad muy desarrollada y muy masculina que, por extraño que parezca, hacía que casi todo el mundo lo quisiera...era esencialmente un individuo simple, irresistiblemente atraído por todo lo que sobrepasaba su alcance intelectual. Había adquirido en la adolescencia el hábito de conformarse con su incapacidad para aprehender una idea, y ahora ese hábito era aún más fuerte. Si conseguía entender una idea en todos sus aspectos, llegaba a la conclusión de que era una idea de segundo orden; para que despertase su interés debía tener algún elemento inaccesible..."
Muerto el señor Moresby, Kit inicia un periplo alucinante por el desierto, quizá para sepultar en las ardentísimas arenas del Sahara la memoria de Tunner y olvidarse hasta de ella misma en una tormenta de sexo y de pasión que le arrastra hasta el límite mismo de la abyección.
Kit es la encarnación de la pusilanimidad, del carácter voluble y débil que se deja conducir por quien ostente un grado más de personalidad y fortaleza. La pena que le causa la muerte de su esposo y el cargo de conciencia que le hace su infidelidad, se convierten en la excusa que podrá exhibir en el caso de que alguien le tome cuentas por su proceder. Le llame la atención por su falta de voluntad, de presencia de ánimo que la deja caer por la puerta falsa de la indiferencia y perderse, finalmente, indocumentada y anónima, en la masa informe a que se  ha reducido la mujer en la cultura árabe.
El Cielo Protector recoge muchos aspectos de la vida de su autor y de su esposa la también escritora Jane Bowles. Tunner, por ejemplo, encarna algunos perfiles de un amigo de los Bowles: Roberto"Boo" Faulkner, quien no era muy del corazón de Paul porque alcahueteaba, en forma casi descarada, la inclinación de Jane por la bebida.
Port tiene, como Paul, el apetito desbordado de viajar. Es un viajero nato cuya única razón de ser, de existir, es recorrer caminos por el solo placer de recorrerlos. No busca nada en ningún lugar: ni paisajes, ni gentes, ni monumentos, ni casas. Es el viajar por el viajar mismo, sin ninguna otra causa ni razón.
El Cielo Protector es una obra magníficamente lograda. A lo largo de sus páginas se siente el clima abrasador del desierto, su ambiente corrosivo y destructor que reduce a la nada conciencias y perspectivas.
Esta novela de Bolles fue llevada magistralmente al cine por Roberto Bertoluci y en los papeles estelares estuvieron: Debra Winger, John Malkovich y Campbell Scott

Bowles, Paul, "El Cielo Protector". Traducción de Aurora Bernárdez, Ediciones Fin de Siglo. Alfaguara, México, 1990, 342 págs.


LA MAGIA DEL CUENTO

La obra de Paul Bowles es, sin duda, un suceso dentro de la literatura norteamericana de esta segunda mitad del siglo XX, pese a que ha sido poco difundida quizá en razón a lo que anota Gore Vidal por el hecho de que su asunto no es ni la cultura, ni el hombre, ni el entorno ni, mucho menos aún, el gran sueño americano.
Misa de Gallo es uno de sus últimos libros. Publicado en 1981, contiene doce cuentos escenificados todos en territorio de cultura árabe y marcados con el sello de la cotidianidad, menos el primero que, aunque tiene suceso en Tanger, su protagonista principal es un francés.
El cuento que da título al libro, Misa de Gallo, narra la historia de un hombre que llega a tomar posesión de la casa que le dejara su madre, quien no le tenía muy buena voluntad y se la hereda, además de vacía de todo adorno de valor, inclusive de las alfombras, en muy mal estado. Al cabo de algún tiempo y luego de refaccionarla y darla en alquiler a una pareja de profesores franceses, debe alejarse. Nunca vuelve y en tanto es despojado de esa propiedad que en el fondo nunca quiso.
La Casita es un cuento de una terrible crueldad, enmarcado en los contornos de esa impenetrable cultura árabe. Una mujer que vive con su hijo es recluida en el hospital. Desde su lecho de enferma hace saber a sus parientes el deseo de comer un manjar de la cocina típica. La nuera lo prepara con los ingredientes amasados por la mujer antes de irse al hospital. Cuando está listo, el hijo lo lleva a la enferma y se encuentra con que está terminantemente prohibido ingresar alimentos a los pacientes y para no perderlo, lo lleva a los padres de la mujer. Luego de comerlos muere el suegro. Viene entonces la investigación de la policía y encuentra que la enferma había echado veneno al potaje con la intención, tal vez, de dar muerte a la nuera que le había arrebatado al hijo.
El Despido es también un cuento cruel en el que la víctima  son unas inocentes plantas ornamentales que mueren por la acción dolosa de un jardinero que no quiere ser despedido de su puesto y ser reemplazado por un funcionario municipal tramposo y corrompido.
Aquí para Aprender, ocupa la tercera parte del libro y cuenta la historia de una muchachita árabe de belleza excepcional, cuyo desparpajo la lleva a convertirse en esposa, primero y luego ene heredera de un rico americano.

"Malika no necesitaba que nadie le dijera lo hermosa que era. Hasta donde alcanzaba su memoria, la gente había murmurado siempre sobre su belleza. Incluso de una niña  resultaba  sorprendente la simetría de la cabeza, cuello y  hombros. Antes de tener edad para ir a la fuente por agua, sabía que ya sus ojos parecían los de una gacela y que su cabeza era como una azucena en lo alto del tallo. Por lo menos eso era lo que decían de ella los mayores."
Malika, inteligente y sagaz, consigue ganarse el favor de hombres maduros y jóvenes y hacer creer a cada uno de sus protectores que es el primero en su lecho. Abandona el África en compañía de un rico señorito europeo que la toma como una muñeca para jugar con ella el juego de vestirla con las ropas más finas y costosas. Hasta que conoce a Tex, joven americano en viaje de farra por Europa, se casa con él y al cabo de un tiempo de vagabundeo, regresan juntos a California, donde el gringo tiene su heredad.
El cuento concluye con el regreso de Malika  a su tierra de origen para buscar a su madre y a sus parientes. Encuentra que su casa ya no existe, que la madre murió y que la única hermana se había ido a Casablanca y nadie sabía su dirección.
Bowles es un profundo conocedor de la cultura y del folklore árabes, así como de la condición humana - que es siempre la misma en el fondo -, no obstante sus apareceres a primera vista distintos por acción de los colores del entorno. Posee como pocos el arte de contar y por eso cada una de sus narraciones se convierte en joya preciosa, en manjar exquisito que uno no se cansa de degustar.

Bowles, Paul, Misa de Gallo, traducción de Guillermo Lorenzo. Editorial Alfaguara, Madrid, 1990, 250 págs.


UN GRAN CUENTISTA NORTEAMERICANO

Paul Bowles es un escritor norteamericano cuya nota característica, según lo afirma Gore Vidal, es el haber excluido de su temática la experiencia americana, o el gran sueño americano y esa es la razón –aducida también por Vidal- de su extrañamiento de la gran campaña publicitaria y promocional que el gobierno  y el pueblo americano despliegan y mantienen sobre los valores de su cultura.
Bajo el título de Un Episodio Distante, Alfaguara reúne  dieciséis cuentos de Bowles escritos entre l939 y 1948, ambientados en sitios y lugares dispersos en los cinco continentes.

El primer cuento de la serie, escenificado en un país de colonización francesa del norte de África, se titula Mericada en la Montaña.
Un Episodio distante, cuento que da título al libro, es el cuarto y está ambientado también en un país africano, pero de cultura árabe. Cuenta la historia de un profesor que decide regresar a la población de  Ain Taduist, donde había estado diez años atrás y hecho amistad con el dueño de un café, cuyo nombre era Hassan Ramani. Su especialidad es la lingüística y su empeño realizar un estudio sobre las variedades del magrebí. Luego de instalarse en el hotel, sale a la calle y se dirige al café para inquirir por su dueño y encuentra que éste ha muerto hace unos años.
Y en el café el profesor averigua si aún es posible conseguir unas cajitas forradas en ubre de camella y el buscar estas e inquirir por los dialectos, lo llevan a emprender una travesía que luego de un año de búsqueda inútil, concluye tras sortear infinitas aventuras, en un poblado lejano, huyendo de las balas que dispara un soldado francés.
El quinto cuento, titulado El Eco, sucede en Colombia; menciona a la ciudad de Barranquilla, a donde llega el protagonista y describe con detalle un paisaje del interior: "Una mañana más fresca que las demás, cuando la temprana e intacta neblina se quedó flotando en el interior de su habitación y los estridentes cantos de los pájaros en confusión bajaban con una claridad perfecta del bosque intacto, Aileen se vistió rápidamente y salió. Se fue caminando por el sendero que pasaba ante las cabañas de los nativos.
"En su interior había vida y agitación; los niños lloraban y se oían risas y cantos de papagayos y aves canoras. El sendero serpenteaba adentrándose en un trecho de árboles pequeños plantados para proteger los cafetales. El ambiente era allí casi nocturno; había en el aire ráfagas de frío y los olores vegetales eran como guirnaldas colgando de las ramas mientras ella avanzaba. Una araña grande y brillante cruzó la trocha lentamente ante sus pies. Ella se quedó inmóvil y la observó hasta verla desaparecer entre las hojas de uno de los lados... cuando desembocó de pronto en una prominencia justo encima de la plantación, apenas pudo distinguir el apretado grupo de tejados de la neblina. Pero el rumor de la cascada era más fuerte; pensó que se hallaba  cerca de la garganta; aunque no había trazos de ello. El sendero daba allí vuelta y continuaba ascendiendo por un terreno accidentado y sin árboles..."
La descripción del paisaje no es muy exacta; sobre todo porque pasa de inmediato de la zona llana y cálida de la costa Caribe, a la región de vertiente montañosa, de clima templado, que caracteriza el territorio cafetero. Claro que es posible pensar que el paisaje descrito es el de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta; pero. Con todo, siempre hay unos cuantos kilómetros de allí a Barranquilla... Bueno aceptémoslo es aras de la literatura que todo lo puede.
Bowles es maestro en la creación de los ambientes y en adentrarse en ese lado oscuro de las personas y de las cosas para darnos después su visión muy personal de lo que encontró. No es que tenga una vocación morbosa por lo turbio y lo truculento sino que posee esa capacidad especial para identificar lo que subyace del otro lado luminoso, del lado que aparece siempre a los ojos  de los espectadores.
Páginas de Cold Point es un cuento magnífico, escrito por Bowles entre Casablanca y Nueva York en el año de 1947. Los protagonistas son un hombre que bordea los cincuenta y su hijo que no sobrepasa los quince, que viven juntos en una  isla de su propiedad, con la única compañía de la servidumbre.
Racky, el muchacho, vive una existencia que envidiaría no solo cualquier adolescente de su edad, sino cualquier persona de cualquier edad, de buena salud. Solo que con muy holgados medios de fortuna.
El muchacho gasta sus días, uno tras otro en la más absoluta holgazanería; se levanta con el sol para no perder ni un instante de playa, lee un poco, incursiona solitario por las costas en búsqueda de nuevos sitios, de espacios distintos, de posibilidades de aventura y goce.
Un día uno de los sirvientes comunica al padre que en la población vecina han manifestado que no quieren que Racky vuelva a aparecer en su vecindario y que verían con muy buenos ojos que él se lo llevara lo más lejos posible, por la conducta reprobable que el muchacho ha venido asumiendo en los últimos días.
El padre se da entonces e la tarea de buscar la mejor forma de llamar la atención de Racky y baraja las fórmulas una tras otra porque todas, a su juicio, tienen cierta inconveniencia.
Hasta que un día el mismo muchacho facilita el abordar el tema: "Lo encontré abajo junto al mar, haciendo piruetas a solas en el trampolín; por primera vez se había quitado el bañador sin que yo se lo sugiriera. Durante todo el día estuvimos juntos en la terraza y en las rocas, hablando, nadando, leyendo o simplemente tumbados en el sol abrasador. Al llegar la noche no se fue a la habitación. Cuando los criados se durmieron sacamos tres botellas de champán y pusimos el cubo en la mesita de noche."         
El caso es que la falta de Racky, cuya naturaleza jamás nos da a conocer Bowles (pero si nos deja entrever algunos elementos para sospechar), no recibe ninguna sanción, sino un tratamiento  que más bien tiene toda la apariencia de una recompensa. El padre lo lleva a vivir a la Habana.
Bowles es sin duda uno de los grandes cuentistas no solo de la literatura en lengua inglesa, sino de la literatura universal. Su obra reúne el mérito suficiente para garantizarle un sitio al lado de los grandes maestros del género: Guy de Maupassant, Anton Chejov y su coterráneo O. Henry. Por esto resulta muy difícil comunicar a terceros el entusiasmo que provoca y el gusto que depara su obra literaria; hay que sumergirse en sus páginas para encontrar el sabor particular que tienen cada uno de sus cuentos y narraciones. Tampoco es posible reducir a una fórmula o tratar de limitar dentro de los términos de una frase o de un párrafo las peculiaridades que distinguen su quehacer como creador. Para encontrarlos es preciso leerlo, enfrentarse con su escritura. Creo que él es de los pocos que no necesita intermediarios, por buenos que ellos sean.

Bowles, Paul. Un Episodio Distante, traducción de Guillermo Lorenzo, Ediciones Alfaguara, Barcelona 1985, 316 págs.